lunes, 12 de noviembre de 2007

El porqué de las cosas

Hoy es domingo por la tarde y puede ser un gran momento para, con la excusa, ponerse de lo más trascendente, profundo, sensible, ridículo o apocalíptico. Procuro bordear estos límites colando mi opinión disfrazada de recomendación. Si no lo has hecho aún, ya vas teniendo edad para leer a Quim Monzó.

¿Que por qué? A decir verdad no sé mucho más de la vida de este señor que lo que puedes encontrar en wikipedia, tampoco hace mucho que lo descubrí (de hecho, es de lo último que ha pasado por mis manos) pero sé que lo recordaré como una lectura amena y dolorosa. Como podréis comprobar los curiosos que pinchéis aquí, se le acusa, ilustrado con ejemplos, de mediocre y plagiador. No seré yo la que se moje el culo para defender lo contrario, pero sí que he mantenido, mantengo y mantendré (al estilo de Zapatero) que eso de mezclar ameno con doloroso no es guisa de menú de 10 pesos.

Antes de dar paso al ejemplo que he seleccionado para sostener lo que escribo, diré mi porqué, que para eso estoy en mi blog y me meto a conciencia en terreno pantanoso.

Y es que la sumisión me hace sufrir. Pero no me hace sufrir al uso. Cuando leo estas líneas, no pienso “oh pobrecita, hay que ver lo poquito que se quiere”. Vale sí, sí que lo pienso en un primer momento, pero voy hilando éste con otros pensamientos laterales que en mi cerebro trazan un camino parecido a esto: Esta chica no se quiere. Dónde queda lo que ella espera de los demás. Si en verdad quiere a un hombre fuerte a su lado no será cierto que querrá hacer de él un sumiso. ¿Y si esto no es más que un autoengaño para dejarse tratar así?. Porque quizá lo único que ella piensa que puede dar es su abandono. Entonces, claro, si ella sólo tiene que preocuparse por lo que al otro le puede venir bien no tiene porqué pensar en lo que ella necesita. Si ella no necesita nada, no tiene nada que exigir. Si no exige no se moja, si no se moja no es vulnerable. Venga anda tía, si tienes la capacidad de conformarte es que tú controlas mucho y lo que me das es miedo. Me caes mal. Si algún día esperases querer a alguien, o que te quieran, no estarías hilando fino una telaraña de guerra de egos, de autoafirmaciones y de tan pocos escrúpulos. Quiero creer que, si te importase un poquito el amor del otro perderías los papeles, perderías la cabeza llegados a este enredo, y llegaría un momento en el que dirías: "tu oferta me puede parecer muy tentadora pero no es suficiente para alguien que tiene corazón".

Y entonces muchos te dirían que metas la cabeza, que relativices, que racionalices, que te comportes y que blablablá. Y sería entonces cuando yo, empezaría a creer en tu historia.


LA SUMISIÓN

La mujer que ahora está tomando un helado de vainilla en la primera mesa de este café lo ha tenido siempre muy claro. Busca (y buscará hasta que lo encuentre) lo que ella llama un hombre de verdad, que esté por la labor, que no pierda el tiempo en detalles galantes, en gentilezas inútiles. Quiere un hombre que no preste atención a lo que ella pueda contarle, pongamos, en la mesa, mientras comen. No soporta a los hombres que intentan hacerse los comprensivos y, con cara de angelitos, le dicen que quieren compartir los problemas de ella. Quiere un hombre que no se preocupe por los sentimientos que ella pueda tener. Desde púber huyó de los pipiolos que se pasan el día hablándole de amor. ¡De amor! Quiere un hombre que nunca hable de amor, que no le diga nunca que la quiere. Le resulta ridículo, un hombre con los ojos enamorados y diciéndole: "Te quiero". Ya se lo dirá ella (y se lo dirá a menudo, porque lo querrá de veras), y cuando se lo haya dicho recibirá complacida la mirada de compasión que él le dirigirá. Ésa es la clase de hombre que quiere. Un hombre que en la cama la use como le apetezca, sin preocuparse por lo que le apetezca a ella, porque el placer de ella será el que él obtenga. Nada la saca más de quicio que uno de esos hombres que, en un momento u otro de la cópula, se interesan por si ha llegado o no al orgasmo. Eso sí: tiene que ser un hombre inteligente, que tenga éxito y con una vida propia e intensa. Que no esté pendiente de ella. Que viaje, y que (no hace falta que lo haga muy a escondidas) tenga otras mujeres además de ella. A ella no le importa, porque ese hombre sabrá que, con una simple silbido, siempre la tendrá a sus pies para lo que quiera mandar. Porque quiere que la mande. Quiere un hombre que la meta en cintura, que la domine. Que (cuando le dé la gana) la manosee sin miramientos delante de todo el mundo. Y que, si por esas cosas de la vida ella tiene un acceso de pudor, le estampe una bofetada sin pensar si los están mirando o no. Quiere que también le pegue en casa, en parte porque le gusta (disfruta como una loca cuando le pegan) y en parte porque está convencida de que con toda esta oferta no podrá prescindir jamás de ella.

QUIM MONZÓ
El porqué de las cosas

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo cuando leo ese texto, que descubrí hace mucho y me impactó, pienso en una mujer que librememente expresa lo que busca en un hombre, no es algo que nadie le imponga, es su opción,su fantasía, su anhelo libremente escogido.
La sumisión es un tema peliagudo, pero a mi este texto me encantó.

Anónimo dijo...

Por eso cae gorda porq es una persona así consientemente. Yo también creo que existen gentes así de crueles que mas que victimas son verdugos

Anónimo dijo...

Será xq estoy un poco cabeza abajo pero, o no entiendo nada, o yo diría q esta mujer es un poco tonta... últimamente no entiendo muchas cosas, así q igual es q la tonta soy yo... en cualquier caso, un poco de amor propio, seguridad, confianza y exigencia conforme a lo q estamos dispuestos a dar de vez en cuando no estaría bien?! venga, ahora os podeis tirar a mi cuello.

CurroClint dijo...

Hay gente para todo...
Saludos

Anónimo dijo...

A mí el cuento me gustó, pero lo entendí como una especie de thriller en el que al final se desvelaba quien es el asesino (ahora soy yo quien sostiene la diana de tonto). Pero, aun sabiendo que sí, que es su opción y que hay gente para todo, en mi faceta de tirano esta tipa es del tipo de gente que borraría del piso. Igual por chorradas de esas de un mundo mejor o más justo, o sencillamente más valiente. Nadie está libre de pecado de cobardía o de injusticia pero oye las piedras están para estamparlas en las frentes de gigantes.

y que quieres que te diga, me parece el mejor de tus posts.

Anónimo dijo...

...Todas esas dudas me asaltan al leer cosas así. Casos del tipo de los que se recogen en "Las mujeres que aman demasiado" tratando de buscar una explicación al absurdo...que si bien es tan contradictorio, es asimismo real, y lo que es peor frecuente. Y a veces me pregunto cuanto de eso hay en cada uno, bueno, en realidad me pregunto cuanto de eso hay en mi, y lo enmascaro con generalidades...seguro que abrirás la boca mucho y dirás : ¿¿EN TI??? jajaja, si, en mi...aunque me pueda la vena orgullosa y el amor propio, algo de eso escondo...que cosas.

Brutal reflexión vida...

Esaque dijo...

Bella María, no abro la boca más de lo habitual. Sé que hay gente para todo y un poco de todos en cada uno. Por eso me siguen interesando estas cuestiones trilladas y qué es cuento y qué es verdad y qué es las dos cosas. ¿Quién puede asegurar que no estuviese hablando de mí, o de ti, o de él o de cualquiera?

Carmela, a mi villana predilecta nadie le toca un pelo. Que no me entere yo.

Eseque, menos mal que existen los gigantes, si no, me pasaría la vida contenida. Y la verdad, no me apetece.

Buzzear (ES)