miércoles, 19 de marzo de 2008

El sur, entonces y hoy

Así como todos tenemos nuestras pelis de la infancia, me atrevo a afirmar que todos tenemos también nuestra peli sesuda de la infancia. En cualquier caso, la mía se titula El sur y es de Víctor Erice. Aunque esto no me decía nada entonces y tampoco mucho hoy.
No os voy a contar la trama de esta película porque, para empezar, no me interesa hacerlo, y para continuar, sólo la recuerdo a cachos y bien podría haber olvidado o inventado partes que alejasen lo que escribo de la realidad. Y eso jamás. Lo que os voy a contar es sólo mi verdad.

Cada vez que leo o escucho esa manida frase de “la magia del cine” me encojo 75 centímetros, me faltan dos dientes, me afloran las caries y dejo caer de cualquier manera mi menudo peso de puro nervio sobre un amplio sofá gris tapizado en ese material ochenteno que tiene pinta de dar calor y de atraer el polvo más que la aspiradora. Pego un par de rebotes, me acomodo enseñando las bragas en alguna postura digna de El circo del Sol y no vuelvo a pestañear, ni a morder, ni a tirarle de la cola al gato en 90 minutos. En todo este tiempo (una barbaridad cuando se tienen 4 y 5 años) mi atención es sólo para Estrella y para su infancia. Una infancia que a mí me parecía, de verdad de verdad, tan real como la mía.

Puede que sea un poco triste y hasta patético ponerme ahora a sacar parecidos entre la niña de El Sur y yo. Quizá si lo hago le robo la magia. Quizá, por querer guardarme las espaldas hace años que compré el DVD y ahí sigue, durmiendo entre las estanterías de mi habitación de Oviedo, sin que yo me atreva a darle fecha a la cita de nuestro reencuentro. Cuando Estrella vivía en La Gaviota yo sabía que también vivía en un lugar distinto, vamos a llamarlo peculiar. Si bien creo recordar que no me suponía ningún problema consciente, -al fin y al cabo era la única vida que conocía- sabía, en cierta forma, que no en todas partes tus compañeros del colegio hablan árabe o, con suerte, francés. Sabía que algo no era normal dentro de lo normal que eran para mí los paisajes del desierto o entenderme, entenderlo todo, sin palabras o con 5 palabras para nombrar la misma mesa. Es posible que esto también haya influido en que los grandes silencios de El sur no excediesen los límites de la paciencia que no tengo hoy y mucho menos entonces. Estoy convencida de que tenía más capacidad para entenderlos que ahora. También por eso me asusta volver a verla. Especialmente por las partes que mi memoria ya no sea capaz de recuperar.

Como vivíamos en Bagdad cuando Asia quedaba mucho más lejos que ahora, ver la tele se reducía a ver los vídeos que las empresas o las familias grababan en España y luego nos enviaban a los que estábamos allá por Babilonia con ese loco de Sadam (también conocido como “Manolo” entre los españoles, muy especialmente a la hora de referirse a él en lugares públicos). Barrio Sésamo, Dartacán, videoclips de Michael Jackson, Bruce Springsteen, la Velvet o del Live Aid de 1986…no os creáis que teníamos grandes carencias. Vivíamos en un país en guerra pero no era nuestra guerra. Según cuentan los que ya en esos tiempos eran adultos, uno de los mayores riesgos a los que estaban expuestos era a coger alguna de mis películas y que yo me enterase. Como guardiana de lo que quiero no tengo precio. Es por eso que mi casa era la terminal de destino de toda esa mercancía y es la suma de esta circunstancia más mi personalidad compulsiva la que me llevaba a repetir hasta el aburrimiento (de los demás claro, el mío no) los mismos vídeos o las mismas películas.

Mi top tres machacón de entonces es, por orden de importancia:
1. El baile de la comunión de Estrella.
2. El videoclip de Thriller.
3. U2 interpretando Bad en el Live Aid de Londres.

La cuarta sería una película de Danny DeVito en la que él contrata a una pareja para que secuestren a su mujer. Pero esta noche todos los focos apuntan a El sur. Porque hoy, valerosa de mí, he vuelto a echar la mirada atrás obviando el presente. Difícil hazaña, lo sé. Pues lo he conseguido. Estos escasos 2 minutos de acordeón han sido tan fieles a lo que os cuento que, cada vez que he vuelto a ver esta escena en las horas que han pasado desde la primera vez (sigo siendo compulsiva) los párpados se me repliegan como persianas mañaneras y vuelvo a sentir la ausencia de atmósfera, la empatía de mi niña hacia esa niña y aún soy capaz de recordar a mi padre, que me leía la mente cuando cruzaba el salón fumando y me decía: "así bailaremos tú y yo el día de tu comunión". Y yo sabía que no era verdad pero me gustaba que lo dijese. Fascinada, me quedaba callada escuchándolo con la misma atención de siempre aunque, sólo por esta vez, mi mirada no era entera para él.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Con este post le has dado una nueva dimensión a la pantalla plana poniéndote a ti al otro lado. Emociona verla y emociona imaginarte.

La peli de DeVito se llama "Por favor maten a mi mujer".

celemin dijo...

Siempre he oido hablar de la película "El sur" como una maravilla, pero a mi que quieres que te diga, ese ritmo lento hasta la exasperación puede conmigo.

carmen vigil dijo...

Después del comentario de eseque todo lo que diga parecerá zafio, así que me limito a mandarte un beso!

Error dijo...

"Por favor maten a mi mujer", es verdad, estaba intentando acordarme del título de esa super película.
Si es que yo, en mi más que soportable levedad, soy más de ese palo. No creo que tenga ninguna peli sesuda en mi infancia, y si la hubo, el filtro de mi memoria la eliminó.
Chica, qué densidades te gastas a veces...
.......................... ;-)

Esaque dijo...

A veces sí. Pero también sé apreciar el peso en oro de Danny DeVito. Mira tú, "Por favor maten a mi mujer" tampoco la he vuelto a ver.

Error dijo...

Yo tampoco, habrá que solucionarlo algún día con mucha fanta y palomitas. Ñam ñam palomitas mmmhhh

Esaque dijo...

Entonces hagamos un combo: doble ración de todo con Los Goonies incluida.

Larson dijo...

tDios me encanta lo que dices y sobretodo como lo dices...cuando te leo se porque me siento tan orgullosa de que seas mi hermana.
Te echo de menos

Buzzear (ES)