domingo, 27 de enero de 2008

Baudelaire, el que rompe la baraja

Os voy a compartir una afición muy propia de mí. Más que de literatura me gusta hablar de los cotilleos de los escritores del siglo pasado. Algo así como el Hormigas Blancas de la pandi de los Conversos, de los Tradicionalistas nacionalistas, de los Esteticistas, de los Agnósticos conformistas, o de los Innovadores o sin tendencias que de esos hay en todos los siglos.

Antes de entrar en materia con los Poetas Malditos y, en concreto, con su papi Charles, digo 4 cosas sobre la Crisis Fin de Siglo por aquello de que con tanta Britney, tanto Oscar, tanta ETA, música electrónica, Gallardón, Barça y Monarquía, igual así en frío, no sé, como que cuesta llevar la cabeza a donde nos remonta el tema.

Resulta que entre 1870 y 1900 la gente estaba fatal, todos en crisis. En estos 30 años surgen muchísimos cambios: que si aparece el partido socialista, que si los sindicatos, que si hala venga sufragio para todos (incluidas las mujeres, imaginaos), que si se crea el automóvil, para rematar el Affaire Dreyfus…Un desmadre vaya, una pérdida de valores que hace que el modo de vida cambie en lo que viene siendo la historia de la noche a la mañana y ¿qué pasa? pues que toma espíritu Fin de Siglo y que todos a dar la espalda a la razón que es lo que se pone de moda. Había tomate.

Del Naturalismo, el realismo a lo bestia, se pasa al Vitalismo, bonito palabro acuñado por un hombre llamado Bergson que es el primero en darse cuenta de que no todo se puede medir por la razón. Ya ves, pues esto, eh, una señora revolución.

Citando a Bergson, que menuda alma de poeta tenía el hombre “existen vastas provincias en la realidad que no se pueden explicar ni por la razón ni por la ciencia”. Una es el alma y otra es la vida misma. Uf.

El caso es que con todo este pollo, y para no hacerlo más largo, la Crisis Fin de Siglo supone decir adiós a la razón.

Ya en el S XIX hay autores que se adelantan a esta crisis. Esos típicos chuletas que disfrutan yendo de atormentados y rebuscados y que, como se lo olían dijeron “ah que hay que ir de pesimistas, pues nosotros los que más”. Por supuesto, entre ellos no podían faltar los Poetas Malditos. Que por cierto, hay que ser fantasma un rato largo para autodenominarse así. De todas formas a Verlaine ya lo pondremos en su sitio cuando le llegue el turno.

Charles Baudelaire nace en 1821 en el seno de una familia con padre fallecido casi antes de que el chaval tuviese memoria y criado bajo las órdenes de su entrañable padrastro, el comandante Aupick, que como quiere para él una educación en condiciones: estricta, cerrada y bien llenita de injusticia, lo manda de internado en internado. De esos carcelarios que no se parecen en nada a los que iba mi hermana los veranos “castigada” al Pirineo Leridano, que quede claro.

A los 18 años Bau decide estudiar Derecho y es entonces cuando todo se tuerce sin retorno. Se hace bohemio, mujeriego, putero, morfinómano y en sus ratos libres colabora con alguna revista.

Su prostituta favorita, la Bizquita (o Sarah) lo contagia de sífilis. Así que a todo lo anterior, sumo y sigo.

Por supuesto, a un dandi como Charles no podían faltarle los romances poco higiénicos. El gran amor de su vida era una actriz mulata llamada Jean, apellidada Duval –como Norma, lo mismo-. Como no iba a tener sólo uno, también está Marie Daubrun a quien tiene el detalle de dedicarle su primera y única novela, La Fanfarlo. Y en el papel de amor platónico encontramos a la Sabatier, señora Sabartier. Señora de otro, por si hay que aclararlo.

Preocupado por el condenado hijastro que le tocó en desgracia, el comandante Aupick lo manda a la India con la excusa de meterlo en vereda y, es fácil presuponer, las ganas de perderlo de vista. Desconozco cómo pretendía llevar a caso el plan inicial y cómo pudo Baudelaire hacer escala permanente en Isla Mauricio. Porque pudo. Y vaya si pudo. En lugar de atracar en la India se quedó por ahí la mar de bien experimentando hasta con las hojas de los árboles. Y cuando quedó la isla calva, la abandonó. Con tanta suerte que, al cumplir los 21 y de vuelta a una ciudad civilizada como el París de los 40, Baudelaire recibió lo que su padre le había dejado en heredad y entonces sí que ancha es Bayona.

Como señal de agradecimiento, Bau participó activamente en la Revolución del 48 y pidió a gritos por las calles la muerte de su padrastro el de apellido simpaticón. Y es en esa época, entre follón y estridencia, cuando conoce a Paulet-Malassis, el editor de su obra más reconocida, Las flores del mal.

Ya os podéis imaginar la acogida. De obscena, monstruosa, escandalosa y antirreligiosa no había quien la bajara. Y eso que Bau, antes de que viese la luz, amenazaba con titularla Las lesbianas. Jelou, en 1857, cuando tal vez hacía 2 días que existían los armarios.

Baudelaire tuvo que pagar 300 francos y censurar 6 poemas. En 1861 saca una segunda edición sin los 6 poemas pero pero pero, añade 30 más. Él es así.

Y ahora ésta, aún a riesgo de que las buenas palabras no mantengan la audiencia, se siente en deuda si no se guarda las mejores críticas para el final. Y es que este rebelde, provocador y malditodesgraciado -para más de la mitad de los que lo conocieron-, que era Charles Baudelaire, fue sobre todo el padrino y el gran maestro de una poesía a base de sugerencias, comprometida con una realidad que le angustiaba. Más allá del contexto histórico o de la crisis de su presente, la realidad en sí misma era sobrado motivo de desasosiego para el prodigioso artesano de las palabras que, por encima de todo lo demás, fue el padre de los Poetas Malditos, de los Simbolistas y de los Decadentes de finales del SXIX.

La importancia de la belleza y el empeño de mostrar que hasta en el mundo del dolor hay cosas buenas, llevó a Baudelaire a ser el máximo exponente del valor metafísico de la poesía. Por eso, su muerte tiene lugar en un triste día, de un oscuro mes, de un año cualquiera, y en unas penosas circunstancias que, a opinión de la que relata, poco tienen de importante en aquellos que, como él, no escatimaron a la hora de empeñar una vida a cambio de una leyenda.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

España si de puteros y alcohólicos se trata tienen un gran potencial como cuna de poetas malditos.

Esaque dijo...

Cariño, mi amorcito, ¿estás bien? Sólo espero que lo digas por la experiencia que no va más allá de lo que te hayan contado las malas lenguas. Pues eso: malas, malas, malas. Luego en casa, si quieres, yo te llamo como tú quieras.

Anónimo dijo...

Perfectamente preciosa. Disculpa mi colegio público. Tengo que decir que aunque esto este hecho de 1s y 0s la palabra "mala" en tus labios tiene una nitidez sonrojante. Es necesario añadir que me encanta? Me encanta.

Aunque pensándolo bien, Baudelaire y su pandilla debían ser los punkis de la época, con absenta en vez de calimocho, sífilis en vez de perrito pulgoso, suelos pegajosos y siempre pidiendo papel para sus cosas.

Un beso preciosa.

Error dijo...

No sé si será de buena educación meterme en medio de vuestra conversación, van las disculpas por delante.
Discúlpeme también, Señorita Esaque, por la brusca disminución de mi producción de comentarios. He estado entretenida en otras lides, pero ya me vuelvo a centrar, prometido.
El Baudelaire, así de primeras, era un jeta y un vividor, por mucho que se revolucionara. Cosa que no tiene que ser necesariamente mala, si encima pasas a la historis y todo.

Anónimo dijo...

Pues me gusta Baudelaire, bastante, aunque tenga un cierto aire y me parezca sobrevaloradillo.

Además su influencia ha producido mejores obras que la suya propia...

Saludos

Anónimo dijo...

Resulta extraño ver cómo algunos hechos experimentan entre sí tal atracción que se hace difícil referirse a ellos con un nombre distinto de causa y consecuencia. Opino que pasa con el Derecho y la perdición moral, o con determinad@s balas perdidas y los viajes a (la) India. La metáfora sin embargo se me escapa: ¿debemos beber el agua verde hasta desfallecer, esperar a heredar y escribir entonces los versos más tristes?
Mis respetos a eseque por tener el valor de ser el 1º en responder un post titulado Baudelaire.
Qué desasosiego el mío, creía de joven que a mis 26 estaría a la altura de semejante desafío cultural. La realidad me resulta angustiosa.
Ah, y Verlaine, cabrón, vamos a por tí. Iluminao!

Esaque dijo...

Muchas gracias Chica Pop por acompañarme en mis batallas personales, aunque sean de patio de colegio privado. No veas lo que animan actitudes como la tuya.

Avatar, estoy de acuerdo contigo. En todo. Porque:
1. También me gustó lo único que leí de él.
2. Un tío que muere en brazos de su madre sólo puede estar sobrevalorado.
3. Digamos que él fue el chispazo de lo que vendría después.

Error, querida. Meterse en medio de conversaciones es, en efecto, un gesto de mala educación. Has arruniado nuestro rincón secreto oculto tras Baudelaire. ¿Te das cuenta de los niveles de romanticismo que te has cargado? Asumo encantada que tu presencia a partir de ahora será siempre un error.

Eseque cuchi cuchi, te perdono el colegio público, sólo eso. Y te perdono porque todavía me han gracia tus chistes. "y siempre pidiendo papel para sus cosas" Es necesario añadir que me parto? me parto precioso

Anónimo dijo...

Y todo eso...¿Con esa cara?. Imaginate si hubiera salido guapo...Bueno,bien visto a muchas les pagaba, y eso resta merito, claro, jajajaj. Lo siento, llevo 12 horas estudiando y NECESITABA frivolizar...

Anónimo dijo...

A propósito de los decadentistas, existe un libro muy bonito por cierto, llamado "Antología del decadentismo (1880-1900). Perversión, neurastenia y anarquía en Francia". Editado por Caja Negra,la edición esta muy cuidada y no cuesta mas de $40. Me parece q te puede llegar a interesar...Ah, administrátelo con Tindersticks a volúmen medio.
Podría imaginarmelo a Baudelaire con la voz de Stuart Staples siendo el protagonista de "Rented rooms" sin ningún problema.
"La música agujerea el cielo"
Baudelaire. ("Cohetes" vi)
Un saludo G.-

Esaque dijo...

Me divierte mucho leeros a los dos así, tan seguidos y tan distintos. Muchas gracias G. y María por la parte que os corresponde a cada uno. Me queda claro que hay tantas formas como personas de leer a Baudelaire.

Anónimo dijo...

Os voy a compartir una afición muy propia de mí...

Irene dijo...

Soy estudiante de un instituto de Barcelona, estoy cursando primero de bachillerato y me dispongo hacer un trabajo ( el de recerca) sobre Baudelaire.
Busco a gente a la que entrevistar/ hacer un seguido de preguntas con tal de reafirmar o negar la hipótesis que encabeza mi trabajo: baudelaire es importante.
No hace falta ser un erudito de la literatura o del poeta francés, con que hayas leído y te gusten ( o no) sus obras me sirve.
En todo caso, que tal vez, estarías dispuesta a contestar ese esquema de preguntas?
Tanto si sí como si no, gracias.
Espero tu respuesta:)

Buzzear (ES)